La microbiota intestinal ha ido variando durante el paso de las generaciones y actualmente parece que puede generarnos problemas. Hoy intentaré explicarte esto. También aprenderás qué es la disbiosis, qué es un alimento prebiótico y la relación entre ambos.
La microbiota intestinal es la que contiene mayor concentración de microbios del organismo. Especificando aún más, la mayor población se encuentra en el colon (intestino grueso), donde tenemos una relación simbiótica importantísima para nuestro salud. Esta relación se puede dar en normobiosis o en disbiosis.
Qué es la disbiosis
En la normobiosis la composición de la población de microbios es, sobre todo, de los interesantes para nosotros, de los que nos generan beneficios, por encima de los potencialmente dañinos. La otra cara de la moneda es la disbiosis, caracterizada por tener una microbiota con uno o varios microbios potencialmente dañinos que se vuelven dominantes, “dominan sobre los demás”. Impidiendo la generación de productos beneficiosos para nosotros y creando propensión a la enfermedad.
Nuestra microbiota es un ecosistema con billones de microbios y sus efectos llegan a todo el metabolismo y al sistema inmune, por lo que tiene fuerte impacto en nuestra fisiología. Pero acciones externas como la dieta o los antibióticos provocan alteraciones en la microbiota, pudiendo generar disbiosis.
Los estudios actuales encuentran implicada a la disbiosis en muchas enfermedades occidentales, como el síndrome metabólico , la enfermedad inflamatoria intestinal y el cáncer.
Qué son los alimentos prebióticos
Como dijimos en Qué es la microbiota y cómo interactuamos con ella, la alimentación es el factor más importante para conseguir cambios en la composición de la microbiota intestinal, y por tanto, es la herramienta clave contra la disbiosis. Debes alimentar a la microbiota con alimentos prebióticos. Los prebióticos son productos alimenticios que estimulan el crecimiento o la actividad de especies microbianas que son beneficiosas para el huésped. Además, no sirven de alimento a las especies potencialmente patógenas.
En este artículo del British Journal of Nutrition puedes ver los beneficios de una alimentación prebiótica: reduce el riesgo de gastroenteritis e infecciones, mejora el bienestar general y reduce la incidencia de síntomas alérgicos. Hay efectos de aumento de absorción de calcio y su depósito en hueso. Hay una mejora en el equilibrio energético, regulando saciedad y mejorando el peso. Parece que la microbiota intestinal, por tanto, es una potente herramienta para modular la obesidad y la diabetes tipo 2.
Entonces, la alimentación occidental, ya que es baja en vegetales, (alimentos prebióticos), es disbiótica, porque no consigue alimentar a la microbiota beneficiosa. Esto conlleva una insuficiente producción de ácidos grasos de cadena corta (AGCC) con la que no se consigue atenuar la inflamación y se origina una desregulación inmune. Esto es especialmente relevante si tomamos en cuenta que :
La microbiota occidental es disbiótica
Viste en el estudio de África (del post anterior) que la dieta occidental baja en prebióticos crea una microbiota diferente y menos diversa a la de los grupos que viven estilos de vida tradicionales. Este otro articulo publicado en Nature también revela una mayor diversidad bacteriana en la composición de la microbiota de las sociedades no modernas en relación con los grupos occidentales. Y es que el humano occidental tiene una baja diversidad microbiana.
Puedes observar en la Figura (A) cómo los humanos hemos ido perdiendo diversidad durante los miles de años de adaptación a diferentes alimentos y entornos. Un momento crítico fue cuando empezó el cultivo de plantas y cuidado de ganado (hace 10.000 años). Pero sin lugar a dudas los momentos de mayor reducción en la diversidad microbiana se dan en los últimos años: durante la revolución industrial con su gran cambio alimentario y, más cercano en el tiempo, cuando empezamos a procesar alimentos.
Pero aunque la dieta sea el factor que más impacta en la diversidad microbiana, los rápidos avances en tecnología y en medicina (B), la han dañado notablemente. Está claro que los antibióticos, por ejemplo, han generado un control de las enfermedades infecciosas, pero han variado o seleccionado la microbiota. Todo ello ha disminuido la diversidad bacteriana en las últimas generaciones.
Por tanto, la microbiota intestinal occidental, de por sí, es disbiótica y predispone a enfermedades que tienen una base inflamatoria o inmunitaria inapropiada. Visto así, la alimentación con gran cantidad de prebióticos (frutas, hortalizas, tubérculos, algunas semillas, legumbres) es absolutamente fundamental para mejorar la microbiota y generar un ambiente antiinflamatorio.
La dieta occidental genera disbiosis
Los prebióticos son carbohidratos que puede utilizar la microbiota, como los de los vegetales que ingieres, pero que tu organismo no puede metabolizar y absorber. Pero hay otros carbohidratos que pueden alimentar a los microbios, como el propio moco que generas en el intestino u otros carbohidratos producidos por microbios.
Puedes ver en el primer escenario del dibujo, el efecto de una dieta alta en prebióticos, carbohidratos accesibles por la microbiota. Vegetales (como el brócoli) que tienen pocos azúcares sencillos, y que la microbiota transforma en AGCC que son reguladores de la fisiología humana, antiinflamatorios y protegen contra muchas enfermedades occidentales.
En el segundo escenario, la dieta occidental baja en prebióticos, genera pocos AGCC. Se pierde el efecto antiinflamatorio. Además, se selecciona una microbiota distinta que puede parecer extraña para el huésped. Se crea una disbiosis en la que habrá más microbios que se alimentan del moco producido por el huésped. Perdiendo el efecto protector del moco y generando inflamación.
Resumiendo: La nueva microbiota occidental parece presentar incompatibilidades con nuestra biología, generando efectos negativos como una inflamación leve crónica, que subyace a muchas enfermedades occidentales. Enfermedades que las sociedades tradicionales tienen en una tasa mucho menor, o incluso desconocen. Además la dieta occidental, pobre en vegetales, no alimenta a la microbiota beneficiosa.
Es importante una dieta alta en prebióticos para evitar perder diversidad y generar mayor producción de AGCC , que resultan en nuestro beneficio.